El Mar de Aral, un desastre medioambiental
El Comunismo, a pesar del romanticismo que inspira en parte de la sociedad occidental, es una gran fuente de desgracias y destrucción… y en esta ocasión el sistema causante de la mayor tragedia medioambiental medible del planeta (aunque posteriormente intentaron superarlo con la desatrosa gestión en la Central Nuclerar de Chernovil, que a la postre abrió las puertas a la caida de la Unión Sovietica). Nos referimos a la desaparición casi completa del cuarto mayor lago del mundo, el Mar de Aral, que a fecha actual ha reducido su tamaño a cerca del 10% del existente y ha generado un cambio del ecosistema en la región casi total, expulsando a la mayoría de los habitantes de las otroras fértiles poblaciones pesqueras.

El Mar de Aral es un lago endorreico sin conexión con ningún otro mar que se alimenta de dos grandes ríos fundamentalmente, el Amu Daria (antiguamente conocido como Oxis) desde el sur, que proviene de las montañas del Pamir y tiene su desembocadura en la zona de Uzbekistan, y el Sir Daria, que proviene del norte del Himalaya y desemboca en la zona norte del Mar, en la región de Kazajistan. La superficie del Mar de Aral era hasta 1960 de unos 68.000 km2 y alcanzaba una profundidad de 42 metros.

En los años sesenta, los brillantes dirigentes de la Unión Soviética decidieron impulsar un gran programa de regadío para el cultivo de algodón en la región, tomando el agua de los ríos Amu Daria y Sir Daria, poniendo para ello a sus más eficientes Ingenieros hidráulicos a dirigir la construcción de miles de canales de regadío y campos de inundación. Pero claro, cuando un sistema se vanagloria de pagar lo mismo a un barrendero que a un Ingeniero, suele ocurrir que el Ingeniero es tan inutil, o más, que el barrendero, y el dirigente el más inutil de los tres. El resultado de todo ello fue el desatre, con un enorme e ineficaz sistema de regadío en medio del desierto, en el que el 90% del agua se perdía (y se sigue perdiendo), principalmente por evaporación, dejando de llegar a su desembocadura. Aunque la producción del algodón logicamente creció, el precio pagado fue la desaparición del Mar de Aral. Los dirigentes comunistas llegaron proclamar que el Mar de Aral era suprimible en pro del desarrollo del comunismo y hoy en día no existe el Mar de Aral, aunque afortunadamente la Unión Soviética y su comunismo desaparecierón incluso a mayor velocidad.
A fecha actual los problemas medioambientales ligados a la desaparición del Mar de Aral se han incrementado. Al desaparecer el agua, la salinidad en toda la zona se ha disparado y la aridez del entorno ha favorecido que las sales se hayan extendido por toda la región, convirtiendo en infértiles grandes extensiones de terreno más allá del entorno del propio Mar, incluso con el desarrollo de enfermedades respiratorias para los habitantes. En definitiva, toda la zona se ha convertido en un hostil e inospito desierto, como nosotros mismos pudimos comprobar, con temperaturas y condiciones extremas. Un infierno en la tierra, olvidado en su momento por la URSS y actualmente por los propios paises involucrados, Uzbekistan y Kazajistan.


Y llegados a este punto, cabe preguntarse por qué visitar un sitio como este, uno de los lugares más inospitos y olvidados del planeta, al que además hay que dedicarle no menos de 7 horas de ida de viaje por destrozadas carreteras para poder llegar. Pues, a pesar de ello, merece la pena hacer el viaje, adentrarse en la Región Autónoma de Karakalpak y llegar hasta Moynaq, para ver la sorprendente cuenca vacía del antiguo mar Mar (hoy el desierto de Aral) y el cementerio de barcos abandonados y oxidados desde hace ya más de cuatro décadas. Y, sobre todo, para conocer algo (al menos un poco) del posiblemente mayor desastre medioambiental causado por el hombre, olvidado y dejado de la mano de Dios.
Estas fotos son de un viaje a Uzbekistán en verano de 2024 en el que dedicamos un largo y completo día, con más de dieciseis horas en coche, a llegar desde Khiva a los confines del Mar de Aral y a la antaño próspera ciudad de Moynaq, hoy situada a unos 300 km de la línea costera, donde pudimos comprobar el radical clima del lugar: 43º centígrados, con viento árido y salino, un auténtico infierno, aunque definitivamente podemos concluir que el viaje a un lugar tan recóndito, con unos paisajes extremos y sobrecogedores, mereció la pena.















Un pequeño museo en Moynaq, antaño una ciudad que vivía de la pesca en las orillas del Mar de Aral y hoy en día situada a unos 300 km de la parte norte que queda del Mar de Aral, nos muestra cómo era la vida antes de que el Mar comenzara a secarse en la década de los años sesenta, con fotos de pescadores y algunos restos de la fábrica de conservas que existió en la ciudad.





La Republica de Karakalpakstan y la ciudad de Nukus
Para poder llegar a los recónditos paisajes del Mar de Aral hay que adentrarse en la aislada República Autónoma de Karakalpak (Karakalpakstan), una región autónoma de Uzbekistán que abarca gran parte de la aislada e inhóspita zona Oeste del país, una zona desértica que sería escasamente visitada si no fuera por los pocos visitantes que de adentran en su interior para conocer la situación actual del Mar de Aral. A pesar de ello podemos encontrar pequeños tesoros recorriendo esta zona, como las antiguas fortalezas del periodo Zoroastriano, diseminadas en distintas ubicaciones del desierto del Kizyl Kum, algunas con 2.000 años de antiguedad, la Necrópolis de Mizdakhan y, sobre todo, el Museo de Arte Contemporáneo de su capital, Nukus. El Museo de arte de Nukus, aunque algo desorganizado para el visitante, ofrece una magnífica colección de cuadros de arte contemporáneo y arte local karakalpako, recopilada por el artista Igor Savitsky, una pequeña joya en el camino.














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