Un amigo muy viajado me comentó hace unos años que Oporto era una ciudad muy abandonada, llena de gente de mal vivir, que sus calles huelen a orín…. y que dificilmente merecía una visita… Nada más lejos de la realidad !! No es que las esquinas huelan a flores, pero Oporto es una ciudad con encanto que merece muchas visitas. Pasear por su casco antiguo, asomarse a las orillas del Duero, por sus calles destartaladas, o tomar un vino en alguna de sus espléndidas bodegas la convierten en una delicia para el visitante. Su aire descuidado y un ambiente acogedor hacen de la segunda ciudad más grande de Portugal un lugar estupendo de visitar.
Entre sus callejones empedrados, fachadas cubiertas de azulejos y la bruma que sube desde el Duero, cada rincón parece guardar una historia por contar, una ciudad que combina melancolía, vitalidad, tradición y modernidad, en una paleta de colores que solo Oporto sabe ofrecer, una experiencia visual que se siente en cada paso.
Estas fotos son de unos días de la primavera de 2009, espero que os gusten y os animéis a conocerla, o a volver.























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