La capital de Egipto es una enorme urbe en la que viven cerca de 24 millones de personas, lo que la convierte en la ciudad más grande de África y del mundo islámico. El Cairo es desorganizada y caótica, un desastre a los ojos de un occidental, pero a la vez goza del encanto especial que sólo tienen aquellas ciudades a las que les pertenece un pedacito de historia de la humanidad.
Rodeada de una aureola de misterio, zambullirse en sus calles es penetrar en el pasado, regresar a la Edad Media en los barrios islámicos, paseando sin prisa por sus bazares y callejuelas, involucionar en las zonas más modernas, atrapado en un interminable atasco y, como no, retroceder más 4.500 años en la meseta de Giza, contemplando los monumentos ante los que todos los grandes viajeros de la historia quedaron extasiados.
Estas fotos son del verano de 2010, unos meses antes de la primavera árabe, que supuso un cambio importante en el país… o tal vez no tanto…, porque Egipto y El Cairo no se sabe muy bien hacia donde avanzan, aunque tal vez sea eso lo que le dé a la ciudad un encanto especial.





























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